Como siempre se tiende a comparar francotiradores militares y
policiales voy a comenzar una serie de artículos separados, para que si
os interesa podáis discutirlos. Básicamente intentaré explicar lo que yo
considero como diferencias dentro de estos dos colectivos de
francotiradores.
Uno de los mayores errores tácticos, y quizás de más trágicas
consecuencias, es el de pensar que un francotirador policial, entrenado
como tal puede actuar directamente en una acción militar. En el caso
contrario, un francotirador militar interviniendo en una acción
policial, la situación puede ser aun peor si cabe.
Las diferencias son grandes. Tanto desde el punto de vista técnico
como del procesal. Tácticas, organización, equipo y planeamiento, en
todo su conjunto sufren enormes modificaciones. Si bien las técnicas de
tiro, tácticas de campo y conocimientos generales son en principio
idénticas, los conceptos de aplicación varían sustancialmente.
Vayamos por partes.
Algo con lo que debe convivir el francotirador, el estrés.
Vayamos por partes.
Algo con lo que debe convivir el francotirador, el estrés.
Francotirador y observador militares |
Francotirador y oservador policiales |
Normalmente el francotirador militar opera tras las líneas, debe moverse de una forma calculada, atenta, alerta y minuciosamente segura, ya que en su invisibilidad e indetectabilidad está su supervivencia. Un mal paso, un gesto a destiempo, una falta de atención, pueden atraer (y seguro que lo harán) un diluvio de fuego sobre el. Tras cada disparo debe desaparecer. La relajación no existe mientras permanezca de “caza”, y no regrese a su “casa”, a sus líneas.
Todos sabemos que el estrés llega a incapacitar totalmente para el combate. Tras cuatro o cinco días, de 24 horas de estrés continuo, la capacidad de combate desciende hasta mínimos inadmisibles. Raramente se puede permanecer más de un semana soportando este tipo de “bombardeos”.
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