Un francotirador policial puede encontrarse en su casa, en zapatillas,
viendo esa película que llevaba tanto tiempo esperando, con su esposa e
hijo al lado, y quince minutos más tarde estar en un tercer piso frente a
un colegio en una situación con rehenes.
Pero, tras esa salida intempestiva y entrada en posición, listo, alerta y preparado, seguramente (casi al 100%) estará ahí varios días hasta que pueda hacer (o mejor dicho, deba hacer) su disparo. Disparo que al final es más que probable que no realice, y así durante años, siendo muy posible que llegue a jubilarse sin haber tenido que abrir fuego letal jamás. Pero aun así debe estar dispuesto y capaz cada día de su carrera como francotirador.
Las operaciones militares con francotiradores (normalmente y salvo incidencias) llevan una preparación, una duración más o menos definida y unos marcos horarios claros y precisos. Un francotirador policial desgraciadamente no sabe ni el cuando, ni el como, ni el donde, ni siquiera sabe de que forma, los “malos” no avisan de sus acciones.
Permanencia en acción.
El límite temporal de francotirador militar en el campo viene marcado tanto por la cantidad de agua y alimentos que puede transportar, normalmente no más de cinco o seis días. Este periodo de tiempo puede en teoría alargarse si el francotirador recibe suministros de alguna forma (helicóptero, paracaídas, patrullas, zulos, etc.), pero esto no es realmente así. En realidad existe un límite psicológico muy difícil de superar, el que marca el tiempo que una mente y un organismo puede permanecer atento y enfocado dentro de un entorno hostil y de máximo estrés, que no suele ser nunca mayor de cuatro o cinco días.
Un francotirador policial debe llegar a su puesto con capacidad de permanecer en el mismo durante un mínimo de ocho horas sin recibir apoyo, suministros o incluso un relevo. Ahora bien, más de cuatro o cinco horas de vigilancia continua merman (normalmente) tanto sus capacidades, físicas y mentales, que muy difícilmente podrán seguir cumpliendo su misión de una forma efectiva, e incluso, si me apuran, segura. Si tras ese periodo es relevado durante un par de horas antes de regresar a su puesto, podrá continuar otras tres o cuatro horas, pero acabará sucumbiendo al agotamiento. Tras esto es aconsejable un periodo de descanso y de alejamiento del entorno operativo. El hecho de tener que estar un día o más en posición no puede entenderse que esto sea sin periodos de descanso y “desconexión”.
Si, en el peor de los casos, debemos esperar dos o tres días, antes de la resolución (el disparo) de la situación, y no hemos marcado y realizado periodos de descanso, desconexión y sueño, nos encontraremos con muy pocas posibilidades de realizarlo eficazmente. Con las posibles consecuencias que ese disparo errado conlleven o generen.
Pero, tras esa salida intempestiva y entrada en posición, listo, alerta y preparado, seguramente (casi al 100%) estará ahí varios días hasta que pueda hacer (o mejor dicho, deba hacer) su disparo. Disparo que al final es más que probable que no realice, y así durante años, siendo muy posible que llegue a jubilarse sin haber tenido que abrir fuego letal jamás. Pero aun así debe estar dispuesto y capaz cada día de su carrera como francotirador.
Las operaciones militares con francotiradores (normalmente y salvo incidencias) llevan una preparación, una duración más o menos definida y unos marcos horarios claros y precisos. Un francotirador policial desgraciadamente no sabe ni el cuando, ni el como, ni el donde, ni siquiera sabe de que forma, los “malos” no avisan de sus acciones.
Permanencia en acción.
El límite temporal de francotirador militar en el campo viene marcado tanto por la cantidad de agua y alimentos que puede transportar, normalmente no más de cinco o seis días. Este periodo de tiempo puede en teoría alargarse si el francotirador recibe suministros de alguna forma (helicóptero, paracaídas, patrullas, zulos, etc.), pero esto no es realmente así. En realidad existe un límite psicológico muy difícil de superar, el que marca el tiempo que una mente y un organismo puede permanecer atento y enfocado dentro de un entorno hostil y de máximo estrés, que no suele ser nunca mayor de cuatro o cinco días.
Un francotirador policial debe llegar a su puesto con capacidad de permanecer en el mismo durante un mínimo de ocho horas sin recibir apoyo, suministros o incluso un relevo. Ahora bien, más de cuatro o cinco horas de vigilancia continua merman (normalmente) tanto sus capacidades, físicas y mentales, que muy difícilmente podrán seguir cumpliendo su misión de una forma efectiva, e incluso, si me apuran, segura. Si tras ese periodo es relevado durante un par de horas antes de regresar a su puesto, podrá continuar otras tres o cuatro horas, pero acabará sucumbiendo al agotamiento. Tras esto es aconsejable un periodo de descanso y de alejamiento del entorno operativo. El hecho de tener que estar un día o más en posición no puede entenderse que esto sea sin periodos de descanso y “desconexión”.
Si, en el peor de los casos, debemos esperar dos o tres días, antes de la resolución (el disparo) de la situación, y no hemos marcado y realizado periodos de descanso, desconexión y sueño, nos encontraremos con muy pocas posibilidades de realizarlo eficazmente. Con las posibles consecuencias que ese disparo errado conlleven o generen.
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